miércoles, 23 de noviembre de 2011

En la cartera de la dama o el caballero

Hoy tengo para ofrecerles un producto de origen completamente desconocido, único y que no debe faltar en su bolsillo o su cartera. Perdón que ya haga un paréntesis en esta venta de ómnibus, pero quiero dejar en claro que estoy siendo lo más políticamente correcto que se me ocurre… no me gusta nada cuando estos inconscientes que nos venden tantas cosas dicen “En la cartera de la dama o el bolsillo del caballero”… ¿acaso no se dan cuenta el grado de discriminación que están teniendo? ¿Qué? ¿Una dama no puede tener bolsillos o un caballero no puede usar cartera sin dejar de serlo?

Volviendo… hoy les traje un producto único en su existencia y que luego de escuchar de qué se trata, no podrán dejar de comprarlo, pese a su precio desorbitante (aquí no tendremos el uno por diez, dos por veinticinco que tanto nos gusta).

Pero antes… antes la historia del por qué cree este aparato, tan esencial en la vida de todos y crucial a la hora de mantenernos con la misma…

Allá por fines del dos mil once acaecían varios acontecimientos… pero ahora que lo pienso, me tengo que ir un poquito más atrás… allá por inicios del dos mil once acaecían también varios acontecimientos. Por un lado mi vieja retornaba de un gran viaje por el norte del mundo. Me preguntarán como tantas otras personas “¿fue con alguien?” y yo responderé “no, fue sola” y vuestra reacción será del tipo “¿eh? ¿sola?” y yo responderé “si, fue lo que dije hace instantes” a lo que ustedes dirán “y… ¿a qué fue sola?” y yo les diré lo que pienso “no tengo claro a que fue, pero todas las cosas que se te ocurren a vos, ya se me han ocurrido a mi (y probablemente alguna cosa más… yo sé mejor que ustedes quién es ella).

También por aquellos días a mi padre se le ocurría quedar atrapado entre dos autos y de esta forma lesionarse seriamente una rodilla (a decir verdad, esto es como cambiar caballo por reina en el ajedrez… poder contarle a tus nietos que te peleaste con dos autos y que solo te costó una rodilla me parece que es muy buen negocio). De todas formas la historia les va a sonar un poco más sórdida si les cuento que mi viejo estaba en un campo con 5 amigos y que habían tan solo tres autos. Si… lo sé… ustedes preguntarán “¿Tu viejo estaba en un campo con 4 amigos y 3 autos y fue pisado por dos de ellos?” y yo responderé “Sí” de forma cortante… pero ustedes no sabrán reconocer mi tono cortante y preguntarán “¿Sí? ¿Seguro” y yo les diré “Tan seguro como puede estar un hijo con la historia de un padre”… y sé que ustedes se imaginarán muchas historias más posibles y por cierto mucho más realistas que la de los 4 amigos y los 3 autos… pero yo también me las he imaginado todas ellas y más.

Bueno… cuestión que entre tantas otras cosas, por esos momentos mi vieja andaba de fiestas por Europa y mi viejo en las suyas por el paisito, cuando a mi vieja se le ocurrió retornar. Debido a que mi viejo se volvió una carga para mi hermano y para mi durante esas semanas, es que no hubo forma de mantener el hogar en un estado aceptable. Fue así que cuando fuimos a recibir a mi vieja al aeropuerto yo tuve una de mis magistrales ideas, la que como tantas otras veces fue escuchada por oídos ciegos.

Yo pensé…ya que el viejo está medio hecho paté y el panorama se le va a tornar un tanto deprimente a la vieja, agrandemos el shock de la llegada de forma de que la realidad resulte mucho más alentadora. Que quiero decir… pretendía que mi viejo fuera en una silla de ruedas a recibirla y no pareciera muy despierto al llegar ella, de forma que luego de verlo y quedar destruida, mi viejo se levantara y la abrazara… en mi mente era una idea maravillosa… pero ta, tanto mi hermano como mi padre optaron por ignorarme.

De todas formas, y más allá de lo que todos los puristas del pensamiento digan, yo tenía razón. Mi vieja vio a mi viejo en muletas y ese fue el principio de la debacle. Fue llegar a su hogar, donde la mitad de las luces se habían quemado, donde habían huecos en paredes que antes no existían, donde casi no se podía caminar a causa de todas las cajas que habían por todos lados (si bien nos mudamos hace 15 años para aquí, todavía tenemos algunas cajas sin desembalar… lo que hace que me haga cuestionamientos acerca del verdadero valor de todas aquellas cosas olvidadas dentro de esas cajas, que nunca serán recordadas).

Pues bien… la primera frase de mi madre luego de entrar a su hermoso hogar no fue la típica “home sweet home” sino algo más como “ya saqué pasajes… me voy lo más pronto posible para Europa”.

Y así lo hizo… hace un mes se fue al antiguo mundo nuevamente y en el día de hoy retornó. Para aquellos que se estén preguntando “¿Se fue otra vez?” les respondo “¿Son ustedes los mismos que antes me hicieron repetir algunas cosas con sus preguntas? ¡Sí! Dije que sí…”.  Pero lo confieso… hay una pregunta que no soy capaz de responder y esta es “¿De dónde sacó la plata para volver a irse?”.

Yo tengo mis teorías… que van desde que utilizó plata del narcotráfico y llegan incluso a aceptar la posibilidad de que su otra familia, la que evidentemente tiene por allá, le mandó la plata para los pasajes.

Lo que sí y por suerte, si bien mi vieja se volvió a ir de fiesta, a mi viejo no le surgió ninguna otra “reunión” rara con amigos… así que en este mes resultó casi ileso (casi pues algunas lesiones menores siempre tendrá, como alguna quemadura con agua caliente y cosas del estilo).

Y ya estamos llegando al punto más interesante de la historia… se ve que con todo lo que viene pasando, a mi viejo le entró un miedito extraño de que mi vieja lo dejara. Entonces optó por cambiar la pisada de la vez pasada y en vez de dejarse pisar por dos autos y dejar que la casa se viniera abajo, intentó todo lo opuesto.

Pintó la puerta de entrada a la casa, el piso del balcón, un sapito de cerámica (esto lo hizo con la pintura que sobró de la tarea anterior)… pintó también el baño, al llamado ‘baño chico’ que no es más que un chiste de baño que tiene esta casa lo transformó del depósito que era al chiste de baño que siempre se quiso que fuera. También pintó el mueble de su cuarto y así siguió todo el mes.

Pues bien… alentado por ese espíritu y por la buena compañía del momento, opté el día de ayer por hacerme un beberaje espirituoso y sacar todas las cosas que sobraban de esta casa (2 sillones, una reposera, cuatro toneladas de libros en completo abandono, etc.) y dejarlas en el viejo cuarto de mi hermano (de forma bastante ordenada) a modo de depósito.

Increíblemente, y no exagero, pudimos cumplir con esta tarea y la casa quedó 100% ordenada. Algo que para los que la conocen saben que es virtualmente imposible. Pero lo logramos señores, lo logramos. Y aquí… aquí es donde la trama se complica y esta historia empieza a culminar.

Como ya teníamos muchísimo viento en la camiseta decidí hacer un aporte más para esta casa… transformarme en cerrajero e instalar el pestillo que estaba faltando en la puerta de la suite de mis viejos. Y así… comenzamos quitando los vestigios que quedaban de la anterior, hicimos un primer intento por poner la nueva… no funcionó.

Un segundo intento…tercero… hasta que en algún momento sentí que había quedado sumamente bien colocado y les pedí a todos que me dejaran solo en el cuarto. Cerré la puerta… me encontraba abandonado a mi destino dentro de un cuarto que no era mío… del otro lado mi padre y, creo yo, alguien más.

El momento de la verdad llegó… giré el pestillo y di la orden “empujen la puerta”. Un ruido sordo y nada… la puerta no pareció ni enterarse del pedido de la gente del afuera de que debía abrirse. Hubo un segundo intento por abrirla… con este lo único que logré fue descolocar el pestillo de mi lado y quedarme más encerrado.

Desde afuera seguían intentando… pero nada podían hacer. Dos opciones tuve… gritar y llorar o mantener la calma y lograr por mis medios ‘desencerrarme’. Y así lo hice, para sorpresa de todos e incluso la mía. Desarme el pestillo, lo quité, hice palanca en la puerta y logré salir. Quizá un dibujo ayudaría a expresarme mejor, pero soy malo dibujando así que espero que se imaginen lo que tengan ganas.

Pero fue allí que lo supe… todos debemos siempre y en todo momento tener en el bolsillo o la cartera una hacha de bolsillo, con brújula y corta plumas… y esto es lo que traje para ustedes hoy.

Sigo entregando…

Ah… vieja, mañana quiero una tortilla de papas.

Slds.