jueves, 26 de abril de 2012

¿Manual o automático?


Qué loco, ¿no? Al final tenía razón mi gran compañera de trabajo, la ‘biodanzarina’, con todo aquello de que uno atrae lo que piensa. Ojo… hasta ahora tengo muchas evidencias de que se cumple para lo malo y demasiadas esperanzas para que se cumpla con lo bueno.

Pero, ¿por qué arranqué con esto? Pues bien, ya que vinieron les cuento. Qué les digo que luego de muchas cuentas y demasiado pensarlo opté por hacer mi vida un poquito más fácil, al tiempo que me la complicaba bastante. Decidí comprar un auto… pero, ¿cómo han cambiado todas las cosas?

Yo que sé, hace algunos años, quizá no tanto, querías comprar un teléfono celular y elegías entre tres cosas que parecían ladrillos, cuál te gustaba más. Los tres tenían las mismas características que eran discar números y almacenar hasta cuatro de ellos. Ahora ya ni de características hablamos… ahora se les dice ‘prestaciones’.

Antes querías comprar un televisor y elegías el chico o el grande (creo que ni de pulgadas se hablaba); y si eras audaz decías “¡y lo quiero a color!”. Ahora tenes que ponerte a pensar cuantos pixeles querés ver en tu pantalla, si querés un sonido envolvente y además (y esto es muy complejo) si lo querés hecho de tubos catódicos, de diodos emisores de luz o de cristales líquidos.

Creo que con los autos pasa algo similar… ojo, hablo de oído. Debido a que no soy aún tan veterano como parar saberlo y a que este vendría siendo mi primer auto, no tengo forma de estar seguro de lo que voy a decir. Igualmente lo diré con la certeza de los ignorantes, esa certeza que tanto me apasiona (otro gran compañero de trabajo y mejor lector me ha dado cátedras de este tema).

Yo creo que antes seguramente elegías el ‘auto barato que venga con cuatro puertas’ y listo. Clink, caja. Ahora no es tan fácil… ahora el ‘auto barato que venga con cuatro puertas’ coincide con la descripción de 250 vehículos, según desde donde se lo mire. Así me encontraba yo, con una lista de 20 autos que eran ‘chicos’ y ‘de menor precio’ (convengamos que no soy un tipo muy pudiente… cosa que se verá más adelante con mayor profundidad).

Autos de todos los colores, todas las nacionalidades y razas… ¡que no se diga que uno anda discriminando por ahí! Bien… tenía que optar y en base a reglas completamente inexplicables reduje la lista a tres. Deben saber que uno de ellos me gustaba mucho y los otros dos tenían una financiación de lo más interesante, pero no nos adelantemos.

A su vez estos tres autos eran los únicos (descartando uno que no me gustaba nada… no le veo el sentido a tener un pájaro dentro de un reloj a cuerdas y dentro de un auto… es demasiado loco) que quedaban por debajo de una línea monetaria que denominaremos ‘línea de mi pobreza’ y que la fijaremos en la moneda halcones. Digamos que esa línea la tracé en los 30.000 halcones (sepan desde ya que no les voy a decir cuantos dólares equivalen a un halcón… pero aclaremos que el halcón no es una moneda muy fuerte).

Así que ahí tenía tres autos, que en sus versiones standard salían menos de 30.000 halcones. Y así, como al pasar, acabo de mencionar un problema muy grande y grave que impera en nuestra sociedad… la existencia de lo standard y lo full y la posible transformación del uno en el otro.

Volvamos… debido a que me resultaba más confiable la opción ‘S’, de las tres que tenía, por su historia y marca, centré mi completa atención en este vehículo. Mi idea era comprar el standard puro, que no traía nada más que las ruedas y el volante. Este costaba 28.000 halcones.

Ahí apareció mi vendedor, también conocido como ‘Lengua de Serpiente’, que haciendo honor a su nombre comenzó a decirme frases como “ah, pero por 200 halcones extra tenes los pegotines oficiales de la empresa” y ofertas del estilo. Uno es débil y cae en este tipo de trampas.

Así empecé a imaginarme mi auto lleno de calcomanías, total salía cada una 200 halcones más nomás. También podía agregarle tres bocinas, así podría hacer música según mi humor, las llantas de Ben 10, y algunos chiches más. Al finalizar la lista y consultar por el precio de mi ‘auto barato con cuatro puertas’, Lengua de Serpiente me informó que este me saldría 40.000 halcones.

Pueden ver el gran problema que tenemos, ¿no? Un auto de lo más porquería te lo transforman en un auto de lo más porquería, con llantas de Ben 10 y calcomanías de los halcones galácticos (primos segundos por parte de padre) y te cobran un disparate por algo que no lo vale… les digo desde ya, no caigan en estas trampas.

Pues bien… feliz estaba yo de imaginarme ya dentro de mi hermoso auto color fucsia con llantas de Ben 10 cuando surgió el primero de mis problemas. Claro… yo no contaba con esas 40.000 piezas de halcón, por lo que decidí recurrir a mi banco amigo. Este me ofreció algo increíble (viniendo de un banco)… darme plata por dos años y no pedirme más que lo que me dio.

Me darían 20.000 halcones y no me pedirían nada más… bueno, nada más que esa plata, con los ajustes correspondientes debido a la inflación, sumando un pequeño costo por el seguro de mi vida. Y allí fui yo a hablar con mí ejecutivo de cuentas (hasta ese día no conocía a ese señor y hoy ya no recuerdo su nombre).

Todo era perfecto… según él pensaba podrían otorgarme ese monto y con esas condiciones. Con una sonrisa me retiré del banco y señé el auto. Ya estaba mucho más cerca… tendría mi medio de transporte en poco tiempo… a decir verdad me hacía feliz la posibilidad de que en muy poco tiempo no debería cruzarme más con la chusma en esos contenedores de ganado llamados ómnibus…. Lengua me prometió mi auto en el correr de la siguiente semana.

Por esto empecé a correr… tenía que concretar el préstamo muy rápido, tenía que coordinar el seguro. Tenía que hacer mucho en pocos días ya que no podía permitir que llegara el auto y yo no estuviera preparado.

La ausencia de noticias de parte de mi querido ejecutivo de cuentas fue indicio suficiente de que todo había salido bien y que podía ir a retirar mi nueva plata. Era increíble… haber hecho algo sin que se diera ningún revés… algo casi nunca vivido.

Al presentarme y luego de algunas esperas, llegaron los papeles para que los firmara. Recordaran que había solicitado 20.000 halcones… pues bien, el papel que querían que firmara para darme el dinero informaba que yo habría de devolver 25.000 halcones. Esto me parecía un error o un horror.

Consulté al respecto y me informaron que la póliza de seguro costaba esa diferencia de plata… lo que me hizo sentir un sudor frío por la espalda. ¿Cómo podía ser que yo, que hasta donde se soy un tipo dentro de todo sano, tuviera que pagar un seguro por la cuarta parte del valor del préstamo?

No lo comprendí… y estaba a punto de firmar cuando detuvieron todo y reconocieron su error. Le habían errado por algunos ceros… el horror del que hablaba antes.

Corregidos los papeles me fui del banco pero ya no con la sonrisa que venía de antes. Claro… este temita, que no había llegado a nada, había sido un susto innecesario. Tampoco me dejaba muy tranquilo que no me hubieran dado la plata… esta fue directamente a parar a la empresa de Lengua.

Empecé a presentir algo extraño… y no es que sea un tipo perseguido… pero claramente se veía una trampa en el horizonte.

Una semana antes que me “entregaran” el auto visite a Lengua para confirmar ciertas cosas y quedar a sus órdenes para el momento en que llegara mi amado vehículo. Allí sucedió algo feo… entre algunas cosas que me informó lengua, agregó el dato de que ‘si tuviera diez clientes como yo se mataría’.

¿Qué flojito, no? No me digan que ustedes piensan que yo puedo ser demasiado molesto… no me lo digan, por favor… lengua me hirió lo suficiente.

La trampa estaba colocada y yo ya estaba parado en el medio de ella. Quizá no lo imaginen, pero el auto no llego la semana siguiente, y a decir verdad la semana que vino después de ella mi gran amigo Lengua de Serpiente estaba de licencia (había omitido comentármelo el tontuelo… un error menor).

Llegó la tercer semana y yo ya estaba a punto de tener que pagar la primera cuota de un préstamo por plata que nunca había visto y que dudaba si llegaría a ver, cuando se me informó que el auto demoraría un poquitín más en llegar, digamos que otras dos semanas.

Yo la verdad que no sé qué experiencia tienen en comprar autos mis lectores (y amigos, por supuesto…aunque ustedes no quieran), pero me viene pareciendo que es un tanto difícil comprar un y solo un auto en este mercado.

Luego de hablar con Saruman (que vendría siendo el jefe de Lengua de Serpiente) por un largo rato, conseguí que me asegurara que iba a hacer lo posible de tener el auto en una semana y 6 días, lo que en comparación con las dos semanas originales era una gran mejoría. Así que le agradecí de corazón ese gran esfuerzo que le iba a poner al intento de conseguirme el auto mucho antes y me dispuse a llorar solo en un rincón.

Y espere… espere… los días se transformaron en… ¿en qué se puede transformar un día? ¿Tiene sentido que se transforme en algo? Bueno… cuestión que se fueron varios días más y llegó el día de ayer (que a decir verdad fue el mes pasado… este texto ya quedó medio viejito). Ayer alguien se intentó contactar conmigo para decirme que estaba todo ‘casi’ pronto… que solo faltaban ajustar unos detallecitos.

Nuevamente empecé a rezarle a todos los dioses que he conocido (incluso los que solo tengo  de vista). El auto se me prometía para hoy… hoy sería mi día D…

No pude ni dormir pensando en lo qué vendría… y mi dios si se venía algo. Amanecí aceleradísimo… en la calle mientras conducía el auto de mi papá casi piso tres monjas (seguro que el dios al que correspondían las mismas ya no iba a intentar ayudarme mucho… y viendo como se dio todo estaría en condiciones de afirmar no solo que existe al menos un dios, sino cuál es y que en caso de haber más de uno, este es el más poderoso) y estuve a centímetros de darme contra varios camiones.

Pasó la mañana y nada… almorcé con un nudo en el estómago (aunque confieso que ese lo tengo hace días y no se si tienen que ver una cosa con la otra). A media tarde vibró mi celular de n mil prestaciones… eran ellos, lo sabía (en particular porque mi celular suena muy poco y menos aún de un número desconocido… bah, salvo cuando me llama una señora que deja mensajes a los gritos de ‘Gloria, ¡atendeme! ¿Qué pasa que no me atendes?’… no se quién será Gloria, pero estaría bueno que empiece a pasar su número de teléfono en lugar del mío).

El auto estaba pronto… solo faltaba llevármelo. Una nadita… ahí, ahí estaba… ya casi era feliz.

Por alguna razón que desconozco decidí chequear mi cuenta bancaría. Esto es algo que hago muy a menudo y no se muy bien por qué. No tengo mucho que ver… pero es como que tengo la esperanza de que un día alguien que me quiera deposite mucho dinero allí (la esperanza es que depositen esos halcones, pero aún más que alguien me quiera).

Patapuff…

El banco en la noche había decidido, sin mayor razón, ejecutar mi préstamo (y en el proceso ejecutarme a mi a lo Genghis Kahn), por lo que mi Caja de Ahorros ahora, en vez de decir 5.000 halcones como suponía yo que diría, decía en su lugar -15.000. Había entrado en unos hermosos números rojos.

A ver… por la época en la que nací  y ciertas decisiones que he tomado me veo obligado a utilizar de forma muy activa la tecnología que nos rodea. No se si por esto o porque soy contra, tengo cierto odio para con la misma… pero lo que es más triste, la tecnología me tiene cierto odio a mi.

Y tengo una teoría… generalmente cuando se desarrolla una aplicación (les estoy contando un secreto de mi oficio… shhh, no lo cuenten) se generan ciertas identidades para la misma de forma de probarla. Yo pienso que según el rubro, la identidad que se usa. En mi empresa, por ejemplo, utilizamos constantemente a un tal Joselo P.

Pues bien, yo estoy cada día más seguro que en las aplicaciones bancarias utilizan, por alguna extraña coincidencia del destino, a JHalcon. No me pregunten cómo lo sé, pero lo sé.

Bah, mejor aún, pregunten por qué lo sé. Quizá el hecho de que me dejaran la cuenta hecha pelota en el día de hoy, debiendo más plata de la que he tenido en años, podría ser un hecho aislado. Pero este mismo banco me quitó 300 halcones hace unos meses porque les pintó (aunque luego de rogarles mucho me devolvieron la plata).

Así mismo hará un año me denunciaron por querer realizar una estafa multi millonaria y aún no se cómo me salvé de esa.

Pero yendo aún más lejos, en mi trabajo anterior trabajaba con otro banco y también me hicieron de las suyas. Recuerdo una vez en que decidieron (creo que esto fue más culpa de mi gran amiga ‘MeHagoCirugiasEstéticasYQué’ que del banco en sí… pero prefiero no culparla… no directamente) depositar mi sueldo en la cuenta de otra persona.

No se… creo que no está bueno que se la agarren siempre con el mismo… esto no es el liceo donde todos le pegan al pelirrojo.

Bien… aquí el desenlace donde el héroe recupera su vida. Se preguntarán ustedes cómo hice para recuperar mi vida, luego de quedar debiendo 15.000 halcones. Les cuento… hay teorías que dicen que quizá la riqueza más grande no es la económica sino la social… lo que significa, es más importante conocer gente que tener plata.

Está de más decir que yo no soy amigo de nadie (y punto) que esté en una posición de poder, pero lo lindo de ser esclavo de tantos dueños es que alguno de ellos sí conoce a alguien. Así fue que ‘mi nuevo señor gerente’, que por esos momentos lo tenía a mi lado, llamó a sus “contactos” y en cuestión de horas me informaban que habrían resuelto mi problema (hasta ahora sigo viendo mi deuda por internet).

Como detalle gracioso y pintoresco, el señor que me llamó para informarme que habrían de resolver el problema ya que había sido responsabilidad de ellos, me informó que habrían de ser tan buenos que no me cobrarían los intereses por haber sobre girado mi cuenta en 15.000 halcones. Claramente mi pregunta, que no llegué a pronunciar era ¿Me querrían cobrar intereses porque ustedes decidieron sobre girar mi cuenta?

Hace tres horas que tengo auto… pese a todo me hice de él. Lo tengo. Pero tengo un problema… hace diez años que manejo el auto de mi padre que es automático. Evidentemente, siendo el auto más barato del mercado, este es manual.

Por lo que todas las verdes son una nueva oportunidad de sentir cómo se me apaga el auto y todos los repechos son un molino de viento a enfrentar como buen Halcón que soy… bajar la velocidad pero no detenerme completamente implica hacer un sorteo entre los cinco cambios que tengo para elegir cuál de ellos irá… lo bueno, en este último tema, es que estoy en un cincuenta-cincuenta… el cincuenta por ciento de las veces se me apaga el auto por poner un cambio muy alto, mientras que el otro cincuenta siento como hago un rebaje que solo ShoeMaker podría hacerlo mejor.

Entonces… ¿no sería mejor que todos los autos fueran automáticos?

Hasta mañana… tengo mucho sueño y ha sido un día muy largo.

El Halcón Motorizado.

lunes, 16 de abril de 2012

Ayer

Pah… hoy si que me esforcé con el nombre de mi texto, disculpen pero no duermo hace muchas horas. Lo que pasa es que ayer todos mis problemas parecían muy distantes, pero ahora necesito un lugar donde esconderme… es que ayer me pasó algo que creo que me va a acompañar por mucho tiempo.

Este va a ser un texto corto… ahora les digo hola y en breve les diré adiós y recién en ese instante podrán ustedes darme su saludo. Es que justamente la escritura tiene esto, nos obliga a que me digan hola cuando yo les digo chau.

A uno lo dejan ser y así crece, al hacerlo intenta aprender de la vida. Uno crece y se encuentra con muchos problemas y también con otras cosas… pero por suerte siempre hay alguna buena mujer que con alguna frase llena de sabiduría nos ayuda a buscar nuestro camino.

Y en este largo y complicado camino, uno no solo se encuentra con problemas… hay muchas otras cosas. Existen tantas situaciones que nos enriquecen, tantos que nos tocan en lo más profundo del alma, sean parejas, amistades o gente desconocida que por una u otra razón se ganan una parte de nuestro corazón. Y estando cerca o lejos siempre les enviamos todo nuestro amor.

Mientras caminamos vamos tomando todo esto que nos acontece en el camino y nos nutrimos de ello, mientras caminamos vamos absorbiendo todo lo que estas personas que caminan, de alguna forma, con nosotros nos van dando con su amor, con sus enseñanzas, con todo lo que ellos deciden darnos. Y así vamos cambiando, y quizá el camino se vuelva más tempestuoso, pero no por eso debemos dejar de cantar estos cambios.

Yo quiero ser un escritor, entre otras tantas cosas, pero sin dudas me pregunto todo el tiempo, ¿qué tipo de escritor quiero ser? ¿Quiero escribir libros de bolsillo? ¿Quiero escribir historias de vida? ¿Quiero que alguien me lea de forma de poder ganarme la vida con esto?

Escribir pequeñas historias de amores… aquella historia que nunca funcionó o también de esta que si está funcionando… por qué no también de esas otras por las que nos sentimos enamorados en ese día tan particular de febrero.

Es difícil escribir del amor, y más aún saber si el amor es todo lo que necesitamos. Quizá no estemos hablando del amor de pareja, pero si de algún amor. Porque de a dos se pueden hacer más cosas… de a dos podemos cabalgar hacia ningún lado, podemos enviar postales o escribir cartas. Solos podremos sobrevivir, pero creo que nadie quiere estar solo. Todos queremos que alguien esté con nosotros en ese último momento en el que nos despedimos de todo. No podría sentirme feliz estando totalmente solo… me pregunto, ¿de dónde saldrá toda esa gente solitaria?

Estoy hoy aquí nuevamente trabajando, continuando con mis estudios, escribiendo, siguiendo mi vida, pero ayer por un rato todo fue felicidad, ayer fui transportado a otro tiempo y otro lugar. Tengo una sensación en lo más profundo de que todos los problemas volverán, pero lo que pasó no lo podré olvidar, lo que pasó me acompañará y me ayudará por mucho tiempo.

Ayer fue tan solo un día en la vida, pero no fue un día más. Ayer… ayer… ayer… Ojalá algún día vuelvas a iluminarnos a todos… ojala vuelvas…

Estoy divagando hace como una página ya y no he dicho mucho. El tema es que aún estoy emocionado por lo que me sucedió (como a tantos otros) anoche. Como dije antes uno crece y va absorbiendo todo aquello bueno o malo que le ha pasado, todo el amor que se nos ha dado. Pero omití algo… existen muchos que son quizá tan buenos maestros en nuestras vidas como cualquier otro, pero con la particularidad de que nunca llegamos a conocerlos.

Uno se cría viendo imágenes de gente famosa y otra no tanto, siguiendo ejemplos de supuestos triunfadores. Y así es que de chico yo quería pelear como una mezcla Jean Claude Van Damme en Retroceder nunca rendirse jamás y Silvester Stallone en Rambo. Quería ser sabio como Macgyver y drogadicto como los ositos gummies (quizá esto no debí decirlo). Quería jugar al fútbol como Oliver Atom y gritar por el poder de Greyskull y así lograr que mi mascota se transformara en una bestia asesina al tiempo que yo me volvía un guerrero sumamente poderoso.

Pero por sobre todo quería ser uno de los cuatro de Liverpool… no tocar ni cantar como ellos… quería ser uno.

Con los años muchos de esos caminos se hicieron posibles y otros no (madre, usted no se preocupe porque no ando en las drogas… ¿o si?). Evidentemente un sueño que supe que nunca llegaría a alcanzar sería el de ser uno de los Beatles… ni ser uno, ni llegar a conocer a uno. Pero eso no logró que sintiera menos interés por sus tonadas… y así con los años llegué a ser bastante fanático de ellos.

Ayer por primera vez en mi vida, y en la de muchos otros, nadie me lo contó. Ayer por primera vez en la historia de mi país tocó Sir Paul McCartney con un estadio lleno. La noche anterior al evento yo tenía ciertas expectativas, tenía muchos nervios de ver a uno de aquellos que había musicalizado tantos momentos de mi vida.

Nada podía prepararme para lo que vi… aunque nunca lo pretendí, logré ver a los Beatles. Por momentos me sentí en una caverna de Inglaterra, escuchando a cuatro loquitos hacer magia. En otros momentos veía a un señor que, desconozco cómo, lograba lo que lograba siendo que ya pasaron tantos años desde aquella caverna.

Es muy natural para todos sentir siempre el peso del mundo sobre nuestros hombros, sin saber que somos nosotros quienes nos hacemos esto… pero ayer… ayer Paul nos quitó ese peso y logró que veteranos y jóvenes, grandes y chicos sintiéramos que éramos nuevamente adolecentes escuchando a nuestros ídolos de la infancia, sin ningún tipo de responsabilidad ni ninguna razón para llevar el mundo a cuestas.

Se me hacía muy difícil explicarles lo que viví con mis palabras así que tan solo intenté buscar la ayuda de algunos más expertos en esto que yo. Creo que no logré expresarles lo que sentí… pero puedo decirles que anoche cada uno sentía diferente lo que estaba sucediendo… anoche estábamos acompañados y solos al mismo tiempo.

Todos fuimos tocados por una varita mágica que nos transportó a otras épocas, nos llenó de ilusiones o de recuerdos, que seguramente nos dio un rato de felicidad. Por más que cada uno expresara su locura interior de formas distintas, no había por qué preocuparse porque todos sentíamos la misma locura.

Nunca pensé que algún día podría saber qué se siente presenciar un show como el de ayer, un show en el que la estrella es alguien a quien conoces desde hace tantos años y que admiras desde ese mismo momento. Ahora lo sé, y lo único que puedo decirles es que espero que algún día puedan vivir lo que tantos vivimos ayer (también espero poder vivir esto nuevamente).

Es que hay algo en su forma de moverse, en su forma de alentarnos, en su forma de hablar (en particular cuando lo hizo en español), algo en su sonrisa, algo en él, que nos hacía sentir a todos como si fuéramos uno más del grupo, como si quizá nos conociéramos de antes.

Alguien muy sabio al parecer una vez dijo que “al final, el amor que tomas es igual al amor que tu haces”… esperemos que sea así…

De pronto todas mis preocupaciones han vuelto y el ayer ya parece muy distante… pero sé que volverá esa sensación cuando más la precise… sé que lo aprendido ayer me ayudará a seguir eligiendo mi camino.

Gracias Paul por volar tan alto.

miércoles, 11 de abril de 2012

¿Por qué exageramos?

Hace algún tiempo ya que quiero volver a hacer un texto que tenga algún contenido y que trate de explicar el por qué de alguna de las patologías más vistas en el ser humano, desde el punto de vista de un halcón (también se podría decir, de un ser humano cuya patología es creerse un halcón… y de los sabios). Bien… debido a esta búsqueda estuve muy alejado de la escritura por unos meses, empezando textos que nunca encontrarán su final, escribiendo frases cuya riqueza era tanta como el oro que yo poseo (un anillo, con las iniciales de Joven Halcón, que me regalaron a los 15 años… si es que es de oro).

Pues bien… dado que me ha sido imposible encontrar ese texto y tal inspiración es que hoy vengo a escribir alguna tontería a ver qué tal estaba esto de compartir con el mundo cualquier pensamiento que se te pase por la cabeza. Pese a la simpleza de lo que efectivamente quiero contar, creo que este texto puede llegar a extenderse demasiado debido a las puntas que quiero llegar a mencionar del tema, y por esto yo diría de ir arrancando. Una última aclaración acerca de lo que viene… estoy abrazando una nueva técnica de escritura (no leí en ningún lado sobre ella) donde lo más importante es que lo que uno dice no tenga sentido. Así que ya saben… si lo que viene a continuación carece de sentido y lógica, entonces deberán decir que es un gran texto.

Así que bueno… ¿por qué es que exageramos tanto? Claro, ustedes se estarán preguntando (como siempre mis lectores se preguntan tantas cosas tan oportunas…) ¿a qué exageración te estás refiriendo Halcón? Esta es una pregunta muy pero muy buena, ya que si no aclaramos este punto, el resto del texto carecerá de sentido.

Por un lado, me estoy refiriendo a lo que otros llaman consumismo. Todos hemos escuchado alguna vez hablar de este tema (a mi me han llamado consumista más veces de las que puedo recordar), pero creo que en estos momentos el consumismo es una pequeña parte en un concepto mayor que he llegado a determinar que es la exageración pura.

Según la RAE el consumismo es ‘la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios’. Hasta aquí yo mismo me voy entendiendo lo más bien… ser consumista es gastar plata en cosas que no precisamos. Por poner un ejemplo, hace como 10 años determiné que quería comprarme una cámara digital SQNY, por lo que invertí algunos billetes de los verdes en la misma y hasta el día de hoy hago usufructo de ella.

Debido a que por aquellos momentos yo contaba con una cámara de fotos a rollo de marca Kossik, visto de forma extrema esto podría ser un ejemplo de consumismo. Pero consumismo tranquilo y puro… nada muy serio.

Ahora… ¿a qué me refiero cuando hablo de exageración? Digo… hablando por experiencia propia está muy bueno comprar. Hace algunos años ya que soy capaz de darme ciertos gustitos y la verdad, no soy más ni menos feliz que antes, pero por lo menos cada tanto me divierto.

No creo que sea malo darse gustos y comprar cosas… pero hay un límite. Y ese límite es lo que separa a un simple consumista de un exagerado puro.

Yo no se si lo han notado, pero de pronto las cámaras de fotos cúbicas están por todos lados, como si fueran el fruto de un árbol (aclaro… no se mucho de fotografía y con ‘cámaras de fotos cúbicas’ me refiero a aquellas que tienen un tamaño promedio de 25cm x 25cm x 25cm, que tienen un zoom óptico aproximado de 100X y para las que la cantidad de megapíxeles ronda los 3.000… supongo que saben de lo que hablo).

Los otros días, mientras hacía fila para entrar a ver una buena película en el cine, me distraje con una discusión que había. Al parecer una señora estaba participando de una promoción de algún jabón de lavar ropa o algo del estilo y se enojó porque otra le estaba tomando fotos. Supongo yo que las mismas eran para el boletín diario del jabón en cuestión. Pues bien, la discusión era de lo más tonta y no me interesó en lo más mínimo, pero lo que sí me interesó fue que la supuesta camarógrafa tenía una cámara que debía ser más grande y pesada que ella.

Y yo lo que me digo es, puedo aceptar que haya gente interesada en la fotografía profesional, incluso siendo amateur, y se compre una de estas cámaras que creo yo que no bajan de los 500 dólares americanos. Ahora… ¿no es un poquito exagerado que todo el mundo quiera comprarse una siendo que pocos efectivamente saben cómo utilizar el potencial de la misma?

Ojo, yo también me quiero comprar una de estas cámaras… pero dado que desconozco que vendría siendo la obturación y la opacidad, es que tengo claro que he de utilizar la misma en ese hermoso modo denominado ‘Automático’ (si es que lo tienen… sino, ‘ay Dios mío’).

Pero mi problema es que no queda por ahí el tema… si solo fuera un aparato que no usamos completamente el que compramos… pero lamento decir que ahora todos los aparatos que poseemos nos superan en inteligencia (y por como actuamos, en sabiduría). Estoy convencido que en breve estaremos viendo lavarropas que sacan fotos y que reciben instrucciones por wifi... y lo que es más triste, en vez de preguntar ¿para qué quiero sacar una foto? O ¿qué uso tienen las instucciones por wifi si la ropa la tengo que poner en persona?, estaremos preguntando ¿cuántos megapíxeles tiene?, ¿eso es zoom óptico o digital?, ¿cuán ponente es la señal de wifi?, ¿se conecta en aeropuertos?

Tengo un celular maravilloso… hace un año era lo último de lo último (aclaro lo de hace un año porque claramente ahora está muy pero muy viejo). Lo único que este celular nunca me permitió de forma más o menos aceptable fue mandar mensajes de texto y hablar, para el resto de cosas siempre fue mágico. Pero veo también los celulares nuevos, los que vinieron después del mío y me pregunto, ¿para qué quiero uno? Porque quererlo, no tengo dudas que lo quiero, pero aún no se para qué.

Porque entre el celular, la Tablet, el e-reader y la notebook, digamos que ya no tengo tiempo de dormir.

¡¿Por qué lo hacemos?!

Hay algo que aún me parece más extraño… todo este consumismo extremo lo estamos generando nosotros mismos… porque realmente nadie me puede decir que los publicistas de este mundo tienen algo que ver en esto. Le he estado dando vueltas al asunto y el tema de los reclámenes también es otro tipo de exageración.

Antes una empresa de muebles nos decía “Aunque el espacio sea chiquito, aunque el chiquito ya creció, en Casa Continente papito, el problema resolvió”. Qué hermosamente simple que era esta publicidad: Tu casa te quedó chica y el chiquilín es terrible pelotudo, pero no te preocupes porque en casa Continente tienen la solución para todos tus problemas.

Ahora los anuncios son otra cosa… el otro día me enteré que mi AFAP, que según entiendo es mi “Administradora de Fondos de Ahorro Previsional” (o sea, la institución que se queda con el 15% de mis ingresos de viva nomás, o algo así), cambió de nombre. La verdad, por mi se puede llamar como quiera que me es lo mismo… me da igual.

Lo que no me dio igual fue la forma exagerada de llamarme imbécil que se les ocurrió. El anuncio es, y esto será una transcripción cuasi literal:
  • Josesito: Hola, ¿hablo con MiAfap?
  • PersonaSinRostro: No, hablas con AFAP NUEVA
  • Josesito: Ah, le erré de número. Pero pucha y que te pan con queso.
  • PersonaSinRostro: No, no te equivocaste. Lo que pasa es que MiAfap ahora es AFAP NUEVA
  • Josesito: Uh, no sabía. ¿Y cómo es eso?
  • PersonaSinRostro: Es que a todo lo bueno de MiAfap, ahora se le suma el liderazgo de AFAP NUEVA

Vieron de lo que hablo, ¿no? Espero que lo puedan ver. Si antes creía que en MiAfap eran unos chorros del primero al último (esta frase me recuerda algo pero no se bien qué), ahora estoy convencido de que lo son. Que linda forma de ocultar que hubo una venta de la cual nunca me informaron, en base a desviar la atención a todos los servicios que me brindan y que están detallando tan exquisitamente… quizá podrían haber agregado en el anuncio: “a todo lo que tenía antes, ahora le sumamos n mil cosas más que la verdad ni valen la pena que pierdas el tiempo escuchando… nosotros nos encargamos de que no pienses (esto también me recuerda a otra cosa… pero mejor ni la nombro para no tener problemas)”.

Insisto… exagerada la forma en que me tratan de imbécil.

¿Y qué puedo decir del resto de los anuncios? Con decir que basé todo un monólogo de humor despampanante en este tema, queda todo más que claro. ¿Quién podría comprar algo en base a los anuncios actuales?

Creo que no lo haría simplemente por la vergüenza que me daría pedir alguno de estos objetos en venta. Ejemplifico para el que esté medio perdido… quizá hace unos años el objeto que más daba vergüencita comprar podría ser el profiláctico. Es claro… qué diría la vecina de mí si supiera que me cuido cuando tengo relaciones sexuales… un gran bochorno. Y así nos alejábamos unas doscientas cuadras a la redonda de la casa de cualquier persona que conociéramos (así fueran conocidos de conocidos) y allí íbamos con una máscara y comprábamos el objeto de nuestra vergüenza.

Luego, un día, llegaron unos publicistas muy divertidos y metieron publicidades del tema referidas al “paro de trabajadores” (qué picarescos) y profilácticos de tu equipo de fútbol… realmente aplicaron muchos recursos y lograron, pienso yo, naturalizar un poco el tema.

Lo que yo me doy cuenta es que con muchas otras cosas se logró lo opuesto. Antes, por ejemplo, yo compraría un sobre de talco en cualquier lado… hasta en el ómnibus si me vendieran. Ahora caminaría esas mismas doscientas cuadras para comprar el talco… con todas las cosas que se han dicho en las publicidades del mismo y las imágenes de bichos apestosos que hemos visto son asesinados por un simple polvito blanco… yo no soportaría la cara de cualquier persona que me viera comprando un sobre de talco.

Pero lo raro de todo esto es que no recuerdo ver muchas propagandas de cámaras cúbicas, o publicidades de super celulares. Sin dudas existen estas, pero no son tan masivas como las del talco para hongos o los yogurts para los embotellamientos intestinales (¿nunca les pasó en el supermercado de ver a una señora comprando un yogurt ‘to be’ y tener todas las ganas de gritarle ‘ahhh, estamos con tránsito lento, ¿no?’? ¿No? Ah, ok… a mi tampoco).

Entonces, ¿de donde sale esta exageración galopante que llevamos dentro, esta necesidad de comprar cosas que no hemos de utilizar ni en un 10%? Este tema me parece que podría dar para mucho más… pero siempre sería lo mismo. Buscar por qué es que exageramos tanto. ¿Qué nos está faltando que nos alejamos tanto de quienes somos y buscamos de otras formas llenar esos huecos que nos deforman?

¿Será que somos más si preguntamos cuán buena es la cámara y no qué necesidad tenemos de ella? ¿Será que el mundo nos querrá más si podemos demostrar lo capaces que somos de comprar una maravillosa cámara mas no así de utilizarla? ¿Será que nos sentimos más aceptados en la sociedad y en los diversos grupos humanos?

Sé que nos les importa, pero les prometo un texto (quizá en mi libro) acerca de la aceptación y de los grupos humanos. Quizá estoy equivocado, pero siendo lo exagerado que soy, siento que mucho tiene que ver con esto.

Porque yo ya estoy perdido y he de seguir por este camino de la exageración extrema… pero a ti que me estás leyendo (mamá, es a vos a quien le hablo porque bien sabemos que sos la única que llega hasta el final de mis textos… y no porque me quieras sino porque sabes que te controlo que los leas completitos) te pregunto, ¿no podrías evitar tu próxima exageración?

Sé que hay forma de utilizar esta capacidad de exageración para hacernos algún bien… ya lo voy a encontrar y habré de comentarlo… hasta entonces, intenten usar la exageración lo mínimo indispensable para no perecer.

Slds.