Perdón Juan Luis que te cite en mi nuevo texto… pero me pintó hablar sobre un tema hoy y ta… te me viniste a la mente. Ahora… ya que te cité… “Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera”… soy un loco al que le gustan las licencias literarias, pero hasta ahí… digo… una licencia típica… un par de semanas, tirando a un mes… no una licencia de tres meses sin goce de sueldo… que fue la licencia que te tomaste acá. ‘En tu pecera’… qué será, me pregunto. “…y hacer burbujas de amor por donde quiera, pasar la noche en vela, mojado en ti…”. Creo que un ‘sin palabras total´ es lo único que aplica a esta frase.
De todas formas mi idea no era hablarles de Juan Luis o de su canción, ni tampoco de sus vacaciones… como siempre mi idea era hablarles de mí. Que les cuento que hace unos meses decidí hacer un poquito de deporte, ya que venía medio parado, y me anoté en el club del barrio. Como el mismo abre los siete días de la semana, mi idea era poder ir al menos tres veces por semana y listo… Jean Claude Van Damme un poroto al lado mío.
Bien… como todos ustedes saben (probablemente ustedes sean tan solo mis papis, una vez más)… este año me la he pasado en otro país… lo que hace que mi decisión de inscribirme en un club sea un tanto tonta (¡que lindas que quedan estas dos palabras juntas!), si bien donar plata a una institución sin fines de lucro siempre es algo de buena gente.
Pero ta… cuestión que me anoté, pagué tres cuotas… y entre los tres meses sumo de dos a cuatro horas dentro del mismo. Como pueden ver… ya de pique arranqué mal, porque si me hubiese anotado en algún club del otro país, seguro que sería Jean Claude. Igual siempre he sido así, por lo que no voy a cambiar ahora.
En realidad, esta situación me tenía sin cuidado. He ido muy poco al club, pero el hecho de hacer el esfuerzo e ir me dejaba más que contento. El problema no fue en sí el pago excesivo de algo que no uso, o la falta de tiempo o cualquier otra cosa que se puedan imaginar ustedes… el problema, lo que no me dejó muy contento, fue lo que hice ahí dentro.
Nuevamente no es lo que se imaginan… simplemente sucede que evidentemente me llegaron los años, y lo que creía poder hacer ya no se condice con lo que efectivamente puedo hacer. Empecemos por lo más simple… intenté ir a la sala de musculación. Digo intenté, porque pese a haber entrado en un par de ocasiones, creo que no cuentan. Correr en la cinta por quince minutos sintiendo que la vida se me escapa o dar lástima haciendo un par de lagartijas y abdominales es medio penoso.
Así que bueno… por un lado di pena en la sala de musculación. Por otro, no llegué a entrar en ninguna de las canchas de basket, ya que al no estar estas nunca vacías y que mi nivel en ese deporte es demasiado bajo, la vergüenza iba a escalar a alturas jamás alcanzadas por esta persona (que ha alcanzado alturas inimaginables en esta materia).
Así que bueno… lo único que me restaba era el plato fuerte… la razón por la que quería volver a estar en un club… la piscina. Aquí no temía… de chico mis padres me decían que era un pez en el agua, cosa que se confirmó en mi paso por la YMCA (¿esta sigla representa la institución a la que yo iba?).
Aquí hago un paréntesis que se me está ocurriendo en este momento… ¿será que mis padres me decían eso de la misma forma que siempre me han dicho que soy inteligente, lindo y buena persona? Nah… supongo que esta vez no me estaban mintiendo.
Cuestión que me largué al agua… luego de un gran esfuerzo lo tenía todo: un short de baño que no me gustaba, pero que al no haber otro se podía utilizar, de los mejores lentes de agua que han existido (añejados por los años de inactividad) y un candado oxidado. Si… estoy de acuerdo que tenía que salir a comprar artículos para mi nueva vida deportiva… pero era sábado, eran las tres de la tarde… y quería empezar esa vida mencionada hace instantes.
Partí para el club… fue de esos momentos en los que sabes que nada puede salirte mal (que conociéndome es justamente cuando todo me sale pésimo… no mal). Llegué al club… luego de algún que otro problema en la puerta, ingresé al vestuario. Vacío… una alegría… no quería que mi peripecia por las aguas fuera vista por mucha gente. Bue… no vacío… estaba lleno de cucarachas como siempre y, supongo que en las noches, de ratas.
Elegí mi locker y me cambié, luego guardé todas mis cosas y me dispuse a leer todos los carteles con las reglas para poder ir a la piscina. Ah, si… me olvidé… por suerte había conseguido una de esas gorras para piscina que logran que al ponértelas te sientas muy mal contigo mismo. Ahora sí, me puse a leer todos los carteles y unos 45 minutos más tarde tenía una idea clara de qué tenía que hacer.
Che, una cosa… ahora hacer piscina en un club es casi lo mismo que estudiar ingeniería nuclear… es más, diría que existe casi la misma cantidad de documentos a leer.
Entré a ducharme y noté algo muy peculiar de mi short de baño. Si bien no era otra cosa que un short de baño, debía estar hecho para gente que le agrada mucho exhibirse… ya que al mojarse mostraba uno de los pocos secretos que me van quedando.
Decidí no preocuparme… no habría mucha gente, así que si me apresuraba a entrar en la piscina, nadie notaría mi casi desnudez. Y así lo hice… corrí casi sin tropezarme y me posicioné en el andarivel que leía “piscina libre”. Como dije antes… no había mucha gente, la mayor parte de mis compañeros de agua eran unos viejitos alegres en su clase para viejos… clase a la que ya estoy haciendo los trámites para poder integrar (no me querían aceptar ya que hay que estar mejor físicamente para poder acceder a tan selecto grupo).
Y patapun… me metí en el agua… ta… no fue tan patapun, sino más bien que bajé escalón por escalón. No quería zambullirme de ninguna forma ya que el short no me daba ningún tipo de confianza (la poca que le tenía se desvaneció cuando note que un short para el agua se hace transparente al tocar el agua… sabe Dios que otros secretos se tenía guardado).
Como no quería dañar mis ya no videntes ojos, decidí colocarme los lentes de agua que he amado por tantos años. Extraño que ellos también decidieran fallarme y se deshicieran en mis manos al intentar ponérmelos. Nuevamente opté por no preocuparme mucho… ya me compraría un candado nuevo, un short de baño nuevo, unos lentes de agua nuevos, y todas las cosas que se necesitaran para poder ser un gran nadador.
Como mi último recuerdo de nadador había acaecido unos 14 años atrás, opté por seguir mis instintos y largarme a nadar como en aquellos momentos. Así como el short y mis lentes de agua, mi instinto también me falló y a la segunda pileta que nadé ya tenía muchísimas ganas de salir corriendo… cosa que no podría lograr de forma literal ya que me estaban fallando las piernas y los brazos.
Asumí que todo esto se había dado por la conocida ‘suerte de principiante’ que en este caso era mala suerte… pero suerte al fin. Así que opté por pensar que con todos los accesorios nuevos y el descanso necesario, mi segunda visita a la pileta sería mucho más agradable.
Como todos imaginarán la situación no ha mejorado… es más, creo que ha empeorado. Quizá porque yo pierdo motricidad por el estrés del día a día, quizá porque nadar no es como andar en bicicleta, o vaya uno a saber por qué… cada día es peor. Hoy por ejemplo estuve unos 25 minutos ‘nadando’.
Y qué decir de esos veinticinco minutos… quizá que debería pagar una sobre cuota por la cantidad de agua de la piscina que me llevé en mi estómago. O quizá que antes de ir a nadar debería pasar por alguno de esos doctores que puede lograr que me mueva como busco hacerlo y no de la forma nefasta en que lo hago… ¿son los foniatras?
No se… lo que si se es que ahora no puedo hacer brazadas y respirar al mismo tiempo, así que lo que tengo que hacer es dar dos brazadas, frenar, respirar, sacarle el agua a los lentes (ah, si… gasté mucha plata en mis lentes nuevos y son una porquería), dar dos brazadas más, respirar de nuevo, escupir el agua que tragué por dar tantas brazadas seguidas, y así los 50 metros de la piscina… totalmente indigno.
Pero bueno… como dicen ‘persevera nadando y triunfarás en el intento de morir ahogado, sin que cuente como suicidio ya que no está bien visto’. Así que como dije al principio, quisiera ser un pez, no para mojar mi nariz en la pecera de nadie… ya que no llego a comprender qué sería mi nariz y qué la pecera y me da un poco de miedo decir eso ligeramente… pero sí me gustaría ser un pez, o bien para respirar bien en el agua o al menos para no atorarme con el agua de la pecera.
Ta… por algo es que soy un halcón, ¿no?
Gavilán.
4 comentarios:
Me propuse no ser yo tu primera comentarista, por aquello de la flía...etc.etc. pero la verdad no puedo evitar contarte lo que me he reído de tu gran suerte de principiante.
Está mal que yo lo diga (?¿?) pero ante la posibilidad que no lo diga nadie, lo diré yo: SOS GENIAL!!!
Solo acotar, para que capaz que te alegre un poco, que en mi estadía en los Estados Unidos Mexicanos, note que lo que acá llamamos Asociación Cristiana de Jovenes (ACJ para muchos), allá es como bien dices tu, la YMCA (pronunciado Guayemsiey) y ellos (los que concurren), se autodenominan orgullosamente (y acá viene lo jocoso) "Guayeros" (los caballeros) y "Guayeras" (las féminas)
Parafraseando a mi tocayo, esto amerita una palabra: "queterraja"
Patapun???
que clase de onomatopeya es esa? No sería mas conveniente pataplafff??? Bue, en su caso no, en su caso sería tic, tic, tic ... bajando los escalones de a uno.
Ud no se estará poniendo viejo? Viejo y exhibicionista, haga el favor de taparse con la toalla che!
A mi si me gustaría una licencia de tres meses con sueldo occcvio, a quien no?
Que tal la estadía en este lado del mundo? Como lo tratan los porteños?
Avisemé cualquier cosa ...
Un abrazo
apenas si he encontrado tu blog, y los dos post que he leido hasta ahora me han parecido muy interesantes.
Muy buena forma la tuya de escribir =)
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