lunes, 17 de enero de 2011

¡Basta de falsas modestias!


Uf…como dicen algunos sabios “esto se termina, pongan huevo las gallinas”. Aquí me encuentro, escribiendo una vez más en el umbral de una nueva salida. Asimismo estamos en el principio del fin, queda poquito para retornar al estrés, al trabajo y si hay fuerzas, al estudio. Por esto es que decidí sentarme a escribir nuevamente en el alero de nuestro ranchito del medio de la nada, mientras escucho por alguna razón una canción ochentosa y degusto mi último daiquiri (el cual fue creado utilizando unos pocos duraznos en almíbar, un poquito de hielo, un poquito de azúcar y yo diría que medo litro de ron Bacardi Gold).

Hace un rato terminé el tercer libro que traje y tan solo traje tres. Creo que me sorprendí a mi mismo ya que en estos 13 días no pensaba leer “tanto”. El libro que terminé hoy era el último (quinto) de la saga en la que efectivamente Gavilán es uno de sus personajes. Confieso que si bien me gustó, me dejó con gusto a poco…luego de todo el esfuerzo que hice para conseguir este quinto libro del que pocos conocen su existencia, luego de dejarle su lugar, luego de madurar muchas cosas de lo que venía de antes…la verdad, Ursula me defraudó. Como no tengo ni idea de si esta mujer sigue viva, he decidido no entablarle ningún tipo de querella.

Disculpen…voy a tomar un poquito más de daiquiri, ya vengo…

Bueno…a lo nuestro. En primer lugar, si bien este no es ni cerca el primer texto que escribo desde que cerré el año anterior, he decidido colgarlo en primera instancia. Esto lo decidí en base a que si cuelgo “Un rato de conexión no me va a desconectar” primero, entonces poco se entendería de cuándo fue escrito y cómo. Si bien yo me he reído de vuestras capacidades en diferentes textos anteriores, son absolutamente conscientes de que yo busco que entiendan todo, sin importar que lo tenga que repetir mil veces, de quinientas formas distintas.

Así que bueno, les comento un poco cómo ha sido todo esto. En momentos de “inspiración” en mi retiro espiritual, he sentido las ganas de tomar un poco de vuelo y escribir algunos conceptos que siempre rondan en mi cabeza para así poder compartirlos con ustedes al volver a la civilización y alcanzar los adelantos tecnológicos, carentes en este sucucho que hemos aprendido a llamar “sucucho de mierda”.

Es así que luego de este vendrán una serie de textos, al menos dos llamados “Un rato de conexión no me va a desconectar” y “Nota del escritor”, si bien pueden llegar a sumarse varios más que han sido escrito a medias ya que a mitad de los mismos seguramente una mosca voló y se robó toda mi atención.

Por cierto…no sé bien que mierda hizo el hijo de mil putas que nos alquilo este sucucho de mierda, pero yo nunca había visto tanta cantidad de moscas juntas en mi vida…estoy convencido ahora de que las moscas son bichos benignos, molestos pero benignos, ya que de no serlo, se habrían quedado con el sucucho de mierda en cuestión de minutos, de atacarnos con un plan y decisión.

Así que bueno…dado que este año se viene con todo, el equipo de producción de este espacio mágico denominado “The last flight of the hawk” ha decidido recargarlo y salir con todo a la cancha (esto significa que le pusimos el texto “reloaded” al título y que vamos a seguir haciendo las mismas cagadas).

Ahora bien, para que esta lectura no sea una pérdida de tiempo para ustedes al leerla y para mí al escribirla, es que he decidido tocar muy brevemente y muy por “arribita” un tema un tanto complejo, el de la modestia, la falsa modestia y alguna otra cosa más (si…dije un tema).

Como todos los temas que yo toco en mis breves columnas, son complejos para el mundo en general, poco conocidos y mal entendidos por la mayoría del gentío común (ustedes por ejemplo). Podrán imaginar que aquí no tengo forma de saber con certeza que significa ser modesto (ya que con suerte tenemos luz), así que como siempre inventaré lo que pueda.

En sí hay dos cosas que me chocan bastante, por un lado la falsa modestia. Pero lo que más me pega en el forro es el “falso orgullo”. La modestia real es algo lindo de tener, aunque muchas veces nos puede ocasionar serios problemas de “pisoteo” con gente falsamente orgullosa. Ahora… ¿Por qué la falsa modestia nos molesta tanto? Y, nos molesta porque es una chotada.

Si en este momento yo les dijera por ejemplo, “pah, yo la verdad que no me considero un buen escritor” y ustedes me lo creyeran, estarían demostrando su tontez. Porque alguien que no se considere particularmente bueno (ante sus propios estándares) en algo, no lo hará de forma repetida y menos aún como hobbie. Es más…creo que la mayor parte de las cosas en las que he sido particularmente malo…o me he esforzado para mejorar o me he visto forzado a no repetirlo con frecuencia… ¿Por qué? Porque no me llama.

Entonces negar que sea bueno en algo cuando a mi entender lo soy, es tonto. ¡Ojo! Es de persona absolutamente mediocre andar por la vida diciendo lo bueno que es en tal o cual cosa…más allá de que lo sea. Callar no es ser falsamente modesto. Hablar de más es de tonto que quiere demostrar de la forma más chota lo bueno que es. Hay una canción que justo escuché ayer, y que vale la pena destacar el concepto, que se llama “More than words”. La canción refiere al amor, pero se puede extender fácilmente.

Para cualquier cosa que uno haga, lo que queda en las palabras significa mucho menos que el silencio (n del e: estoy muy cansado en estos momentos como para sacarle el tono autoritario que estoy utilizando y aparte estoy medio apurado…sepan disculpar). Esto me lleva al otro concepto que quería tocar que es el del falso orgullo. Esto creo que pueden imaginárselo fácilmente, refiere a la gente que demuestra un orgullo exagerado para con sus cosas cuando la realidad es muy distinta a la que intenta plantear.

En el ambiente en el que me manejo comúnmente, el de la computación, uno puede observar esta clase de mediocridad muy fácilmente (en especial en el ámbito académico). Cuando uno va a una de estas facultades técnicas a veces encuentra difícil distinguir quienes son los docentes de los alumnos…parecen todos catedráticos. He escuchado verdades absolutas sobre muchos temas que de pique he sabido que son idioteces enormes.

Y yo puedo decir esto porque soy muy bueno en muchas de las cosas que hago y puedo reconocer muy fácilmente cuando alguien no lo es…

Así que si algo les puedo dejar es esto…dejémonos de falsas modestias y vayamos por los verdaderos orgullos. Callemos cuando tenemos que callar y seamos honestos cuando tenemos que serlo…el hombre más sabio no es el que tiene todas las respuestas.

Yo.

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